1.1.- Detención de la mejoría.

Si cuando el estado mórbido en una fase de la enfermedad se detiene durante un periodo de mejoría después de haber probado el aumento progresivo de la dinamización (si el remedio aun lo indicaba), habrá que valorar el cambio o relevo del remedio. No significa en absoluto que este primer remedio que ha actuado de forma favorable durante un periodo determinado haya sido erróneo, sino, como dijo Hahnemann, el tratamiento de una enfermedad crónica es como una carrera de relevos, donde los remedios anteriores preparan el “camino” a los remedios posteriores.

Un primer remedio durante el proceso del tratamiento habrá curado una serie de síntomas, la parcialidad de la enfermedad, y ya no puede hacer frente al resto de síntomas básicamente por falta de homeopaticidad, es por lo tanto el momento de valorar y estudiar los síntomas restantes que no hayan podido ser curados, y volver a realizar la repertorización con el propósito de encontrar otro remedio que abarque el mayor número de síntomas y signos de la enfermedad actual que presenta el paciente.

1.2.- Detención de la mejoría en los períodos de descanso.

Para este punto, cuando se percibe la existencia de mejoría de los síntomas en el paciente durante la toma de la medicina homeopática, y reaparecen de nuevo cuando se ponen unos días de descanso, el único consejo válido es suprimir estos días de descanso y dar la dosis con mayor frecuencia. Cuando observemos que el paciente vuelve a su ritmo de mejoría, podemos volver a plantearnos espaciar entre tomas e incluso volver a introducir descansos.

1.3.- Retorno de SA.

Esta situación es ideal durante el tratamiento de enfermedades crónicas puesto que hemos acertado con el remedio simillimum; y si durante el proceso de curación de la enfermedad van apareciendo síntomas que el paciente sufrió tiempo atrás y no pertenecen a la enfermedad actual, estamos entonces ante el principio de curación descrito por Hering.

Cuando la medicina homeopática hace bien y emergen SA que en su día fueron suprimidos por la medicina alopática, se debe continuar con este mismo remedio mientras se vean cumplir las leyes de Hering, y observar la intensidad y el tiempo que tarda en desaparecer (habitualmente en un plazo de tiempo breve) a modo de disminuir la dosis, espaciar entre toma y toma, o incluso suspender temporalmente el tratamiento hasta ver la evolución del caso. Frecuentemente, a medida que subimos gradualmente de dinamización, los SA van desapareciendo.

1.4.- Dirección equivocada de los síntomas.

Suele ser una práctica habitual que al paciente se le dé el mismo remedio mientras no reciba respuesta alguna de su organismo con las primeras tomas del simillimum. Esto nos lleva a seguir indicando el mismo remedio a una mayor dinamización, y al cabo del tiempo vamos observando una mejoría de los síntomas del plano más superficial pero a la vez se produce una agravación general del paciente y/o del EM. En esta situación hay que retomar el nuevo cuadro lo antes posible, o bien antidotamos según sea la intensidad de los síntomas, suspendemos y dejamos que la fuerza vital actúe durante un tiempo para que desaparezca esta agravación, o bien damos el nuevo remedio, puesto que se está llevando a cabo el proceso inverso a la ley de curación de Hering.

1.5.- Agravación de los síntomas después de una prolongada mejoría.

1.5.1.- Agravación en cada dosis. Son los casos en donde el paciente evolucionaba bien con el remedio en dilución (sea a diario o en días alternos) durante el tratamiento, y de repente, con las dosis sucesivas, experimenta una agravación de los SP. Es conveniente en este punto del tratamiento valorar si probablemente la dosis empieza a ser fuerte, debido a que el paciente ya ha ido mejorando y no necesita ya tanta cantidad de medicina, y adoptar una nueva posología disminuyendo esta cantidad con la dosis única, y repetir ésta entre dos y tres semanas.

1.5.2.- Aparecen los SP. Hay otro caso parecido al anterior, pero no igual (luego veremos la diferencia), donde el paciente con una mejoría progresiva de su enfermedad, y donde incluso encontramos estabilidad en esta mejoría, aparecen los SP (o aquellos síntomas guía por los cuales prescribimos) cuando ya se creían neutralizados por la medicina. Esta situación es la ideal, es el ideal de curación, y como ya se ha comentado en capítulos anteriores de este libro, cuando hay agravación de los SP al final del tratamiento la curación está llegando a su fin y hay que suspender las tomas, y observar la evolución del paciente; porque si estos SP desaparecen, el cuadro se habrá curado.

La diferencia entre una agravación en cada dosis (punto 1.5.1.), y la aparición de SP (punto 1.5.2.), se encuentra en que en el primer caso la evolución de la enfermedad mejora progresivamente y de repente hay agravación de los síntomas en cada toma; mientras que en el segundo punto hay, después de una mejoría, una estabilidad durante un tiempo y vuelven a aparecer estos SP agravados en las tomas sucesivas, es decir, y resumiendo, para el primer punto: MEJORÍA – AGRAVACIÓN, y para el segundo punto: MEJORÍA – ESTABILIDAD – AGRAVACIÓN.