Hahnemann en el parágrafo 156 de su última edición del Organon, nos dice: “…casi no existe medicamento homeopático, por bien elegido que haya sido, sobre todo si es administrado a una dosis insuficientemente pequeña, que no produzca en pacientes muy irritables y sensibles, al menos alguna molestia trivial y extraordinaria, algún pequeño síntoma nuevo mientras dura su acción, porque es casi imposible que el medicamento y la enfermedad pudieran cubrirse el uno a la otra sintomáticamente y con exactitud como dos triángulos de lados y ángulos iguales. Pero estas diferencias insignificantes fácilmente son extinguidas por la energía del organismo viviente y no son percibidas por los pacientes que no sean excesivamente sensibles…”. Hahnemann confirma así la existencia de una agravación.

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No hay que olvidar la posible aparición de síntomas exonerativos en toda evolución de la enfermedad hacia la curación. Los síntomas que acontecen en los primeros días de la administración del remedio bien elegido, para casos crónicos como las crisis de curación, no deben considerarse como agravaciones (ni homeopáticas ni medicamentosas); es una reacción natural del organismo y su proceso de curación, o llamada también la buena agravación. El remedio ha puesto en marcha una serie de procesos naturales de descarga con lo que puede producirse una variada gama de síntomas que en general forman parte de la historia del paciente. Es decir, que se pueden producir, o reproducir, síntomas viejos que parecían estar curados. Los síntomas exonerativos son síntomas de eliminación o drenaje; son síntomas que suelen aparecer generalmente en enfermos cuyas alteraciones funcionales han sido suprimidas. En los casos funcionales con supresiones leves, el drenaje será leve y rápido; si hay lesión en órganos vitales, el drenaje será prolongado y la mejoría lenta. Tales síntomas, como diarreas, secreciones nasales, sudores, tos con expectoración, erupciones en la piel, flujos o cambios en las menstruaciones, entre otros, indican que el cuerpo está limpiando las impurezas que lo afectaban. Es popular entre los pacientes este tipo de reacciones, pero como se ha comentado antes, indican un paso hacia la mejoría o curación de la enfermedad.

Hay que considerar que toda potencia que agrava, en el sentido homeopático, es potencialmente curativa, y también cabe señalar que la hipersensibilidad es un concepto distinto al de agravación homeopática. En los pacientes débiles se puede esperar una reacción débil, o ninguna reacción, después de administrar el remedio, pero en estos casos en donde la fuerza vital es tan débil en reacción, muy rara vez se podrá encontrar un remedio verdaderamente homeopático y de una similitud tan exacta y precisa para estimular esa fuerza vital.

Si cuando se comienza el tratamiento hay alivio en la sintomatología sin ninguna agravación, éste no dura tanto en las enfermedades como cuando se tiene una agravación, puesto que la reacción de esta ligera acción del remedio sobre la enfermedad es buena señal. Es importante saber que no habrá agravación si el remedio no tiene una completa homeopaticidad con la enfermedad, a no ser que el paciente sea sensible o muy sensible, que entonces hablaríamos de una agravación medicamentosa.

Agravación Homeopática:

Se define agravación homeopática como un empeoramiento temporal mediante la intensificación de los síntomas existentes a consecuencia de la administración de un medicamento homeopático correctamente elegido, e indica una respuesta favorable al tratamiento. Los síntomas que se consideran agravados corresponden a los síntomas guía que se toman en cuenta para la determinación del medicamento.

Entender el concepto de agravación es fundamental en homeopatía. Concretamente, la agravación homeopática indica, tal y como hemos comentado, que la prescripción del remedio ha sido el correcto, sólo que la potencia ha sido mayor al estímulo que solicita la fuerza vital, o que se ha abusado de la frecuencia de la dosis. La agravación homeopática es siempre seguida de una mejoría generalmente duradera.

Esta intensificación de los síntomas puede llegar a presentarse en pocas horas si se trata de un caso agudo; para la prescripción en la escala LM, la agravación de los síntomas será al final del tratamiento.

Si la prescripción fue la correcta, la aparición en pocas horas de síntomas como secreciones o de drenaje, como rinorrea, expectoración, leucorrea; o síntomas en la piel, como la dermatitis, sarpullidos, etc. indican buen pronóstico y la prescripción ha sido acertada. A pesar de ello, la conducta a seguir es esperar sin prescribir, espaciar las tomas, o suspender la administración del remedio por unos días, puesto que es una reacción temporal. También, en vez de suspender o espaciar podemos dar el mismo remedio a una dinamización menor con el propósito de tratar los síntomas producidos por un exceso de reacción de la misma medicina correctamente elegida pero de una dinamización mayor. En este contexto, estamos hablando de que una misma medicina a una potencia menor actúa como antídoto en los casos donde hay una marcada agravación.

El homeópata que sigue estrictamente las leyes homeopáticas y es cuidadoso a conciencia no se verá en la obligación de prescribir en su práctica ningún antídoto, si es que ha dado el remedio bien elegido en la dosis más pequeña posible. En cualquier caso, el mejor antídoto es dar el mismo remedio que provocó tal intensificación a una dinamización baja, como lo son 3-4-5CH.

Agravación Medicamentosa:

La agravación medicamentosa también aparece, o es provocada, por el medicamento homeopático; pero los síntomas nuevos que presenta el paciente son los de la patogenesia del remedio, es decir, los síntomas que produce el medicamento a raíz de la experimentación pura (por exceso de medicación), y que no corresponden a los síntomas que el paciente presentaba: no pertenecen a los síntomas guía por los cuales se le prescribió el remedio, ni siquiera síntomas que pudo haber tenido en otra época.

La agravación medicamentosa, al igual que en la agravación homeopática, es pasajera, y si se deja de tomar el remedio, también se puede llegar a recuperar el enfermo hasta el estado de salud en un corto plazo de tiempo.

Como se ha comentado, las agravaciones de las LM, a diferencia de las potencias CH, suelen ser al final del tratamiento; si los síntomas guía por los que se le hizo la prescripción al paciente mejoran y vuelven a aparecer al final del tratamiento, se trata de una agravación homeopática. Si el paciente se sigue tomando el remedio durante un determinado tiempo, más o menos largo, empezarán a emerger síntomas del medicamento (agravación medicamentosa); si seguimos tomando el remedio a pesar de la aparición de estos nuevos síntomas, estaríamos llevando a cabo lo que actualmente llamamos un “proving”.

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