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Foto cortesía de IBERHOME

Como se ha comentado en “¿Cómo trabaja el homeópata?”, la manera que tiene de trabajar es bien diferente a la manera de trabajar del médico convencional, donde usted le dice su dolencia o sufrimiento y él le receta uno o varios medicamentos. Hasta aquí, lo que ha dicho de sus dolencias es válido tanto para el alópata como para el homeópata; en cambio, el homeópata necesita además que usted le dé toda clase de detalles, que describa de una manera objetiva y con toda clase de detalles cada uno de estos sufrimientos, y aunque le parezca absurdo cualquier síntoma, curiosidad o detalle, para el terapeuta puede ser de gran valor: ya descartará el homeópata, si fuese preciso, lo que no sea necesario de su exposición.

Recuerde que el homeópata debe ver su caso como único, exclusivo, característico y peculiar al de otros pacientes con sintomatología muy parecida. El homeópata debe individualizar el cuadro que usted presenta en la consulta. Cierto es que hay remedios llamados “específicos” que pueden sacar de un apuro a un paciente, aunque no se individualice el caso: se utilizan en casos de urgencia para paliar o mitigar el sufrimiento.

El homeópata debe de encontrar SU remedio, y para ello necesita de su ayuda, de su auto-observación, de su objetividad, de su transparencia y su rigor durante el tratamiento homeopático.

El éxito de la prescripción depende mucho de la manera que usted describe y expresa sus dolencias; así pues, necesitamos de su colaboración.

Hay muchos puntos importantes que usted, como paciente, debería tener en cuenta, pero hay uno que sobresale más del resto y que debería llevarlo preparado para decir en consulta: su grado de sensibilidad. ¿Sabe si es muy sensible a la medicación?, ¿le afecta en seguida?, ¿necesita muchas dosis para que le haga efecto? Para el homeópata es un punto de partida para adecuar la dosis a su sensibilidad y evitar así posibles agravaciones molestas.

Durante el tratamiento homeopático apunte en una libreta todo cambio que presente en su economía, sean síntomas buenos (“he tenido una leve mejoría”, “me ha desaparecido el dolor”, etc.) o malos (“se me ha incrementado el dolor”, “me han salido granos que no tenía”, “he padecido de vértigo”, etc.); según la gravedad, se puede poner en contacto con el homeópata en cualquier momento, y si son síntomas leves que funcionalmente no impiden su vida cotidiana, lleve la libreta al siguiente día de consulta para tratar estos puntos. El homeópata siempre debería tener una consulta (para el mismo paciente) diferente a la anterior, no puede o no debería ser la misma que la última vez, la frecuencia de su dinamismo vital ha cambiado y por tanto se mostrarán una serie de síntomas nuevos, o una mejoría de los síntomas por los que usted vino a la consulta.

Para tomar el remedio homeopático, el mejor momento es hacerlo en ayunas, suficiente unos 15 minutos antes, o dos horas después de cualquier comida. No toque los gránulos del remedio, éstos están impregnados de la medicina y podrían perder las propiedades.

Otro tema que el paciente debería de tener en cuenta es el almacenamiento de los medicamentos homeopáticos; éstos se deberían guardar en un lugar fresco, sin humedad, resguardados de la luz directa, a temperatura moderada y alejados de olores fuertes y de componentes electrónicos que emitan radiación (como microondas, estufas, teléfonos móviles, etc.), para que las propiedades de la medicina perduren.

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